El Hijo Prodigo y su jorobita.


No. Este post no se trata sobre la lacrimógena película de Libertad Lamarque, del tipo de películas que para verse, además de palomitas, las señoras ocupan un paquete de kleenex o lo que se le parezca. Se trata sobre mi y mi madre. Y no es que sea un mal hijo, creo, es que quizás sea yo el que más preocupaciones le de a la pobre autora de mis días.

Preocupaciones que se multiplicaron el día que llegué a casa y le dije: “Mamá, me voy a Monterrey”, no recuerdo que halla puesto mucha resistencia, supongo que prefirió que fuera Monterrey a un lugar más lejano como México, lugar al cual estuve a punto de irme unos meses antes. Le explique largo y tendido que necesitaba un cambio radical, un reto, un respiro y la oportunidad de mejorar en todos los aspectos.

Así que luego de hacer los preparativos por varias semanas, llegó el temido día… Era un domingo, así que desde temprano me salí de casa a un ensayo de teatro y luego iría a pasear y despedirme de mi entonces nueva novia, Paola. Luego de un triste adiós corrí a casa para preparar las maletas.

Corrí bastante preocupado, pues, pensé que mi Mamá estaría enojada tratando de preparar mis cosas mientras yo andaba en la calle, pero al llegar las cosas se tornaron mas difíciles, al ver, que mi Madre no estaba en casa.

Rápidamente prepare mis cosas y luego, ya que llegó mi Madre le pedí lecciones rápidas de planchado, pero se negó rotundamente.

A la madrugada siguiente, al salir con rumbo al autobús, no hubo una despedida oficial, ni una platica, ni un adiós, cuando el taxi se echó a andar pude ver a mi Madre echarme la bendición desde la puerta de mi casa, en la oscuridad de las cuatro de la mañana.

Y aunque la misma escena se repetía semana tras semana, luego quincena tras quincena, el efecto seguía siendo el mismo, lo bueno es que había siempre por delante 200 kilómetros para calmarse, para reflexionar y soñar. Luego al final de esa distancia, estaba la joroba de San Nicolás para darme la bienvenida, para despertarme justo a tiempo para bajarme del autobús y correr a la oficina. Aunque ahora la jorobita se ha ido.

Tres años después aquí estoy; haciendo una breve pausa para ver si aquel fue un buen camino, supongo que de toda esta experiencia el saldo ha sido ha favor, aunque me he perdido de muchas cosas. Ahora se que aquel día no dijimos adiós, por que desde entonces hemos estado mas cerca que nunca.

Y hoy precisamente hoy, se me vino esto a la cabeza cuando estoy a punto de volver, aunque sea por unos días, para estar cerca de ella, para comer de sus tortillas de harina y de su famosa comida, para que me limpie las orejas cuando me salga de bañar y siga insistiendo que me case.

Así que, si alguien pregunta por mí en estos días, díganles que no estoy, me fui a Monclova a visitar a mi Madre.

Comentarios

Anónimo dijo…
Buen viaje! aprovecha para darle un montonononón de besos y abrazos tooodos los días.
Créeme que eso, a las mamás, nos compensa cualquier cosa.
Miguel dijo…
Pues buen viaje Luis, mientras estpás fuera vemos si podemos armar otra joroba :P
Kill Drum dijo…
Eh primo...Y si nadie pregunta por ti, como quiera les digo que andas en Tierra Santa?...

Saludos a mi tía...

Atascate de nieve de El Rey, Tacos de Los Bomberos, gingas de Gyros, tacos de El Greco o Vitali, nieve de la Danesa 33 (Aun existe sobre Blvd. Pape), pan dulce de Patty's, elotes de La Milpa...

O lanzate al Ocho de Enero por unos elotes asados...

Voy pa'llá...

Saludos...
Anónimo dijo…
Ahhhh que bonito post!!! que tengas feliz viaje y mejor retorno, aqui vendremos a ver si hay novedades en cartelera.

:)

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