Pedro Infante vive.

No hay persona alguna en este país que no haya visto una película de Pedro Infante, al menos 5 veces cada una. Y no es para menos, Pedro es la máxima figura del cine mexicano y también de la música. Su sola figura basta, en un domingo por la tarde, para que nuestras abuelas suspiren añorando el México de antes, el de la Época de Oro y hasta alguna que otra jovencita se emociona con el carisma de este gran personaje.

Todos nos hemos conmovido, cuando lo vemos llorando con su torito en brazos, sonreído con las trastadas que les hacía a sus amigos en pantalla y fuera de ella y hasta suspirado cuando le lleva serenata a alguna de las mujeres más bellas de aquel entonces. Después de interpretar a Pepe el toro, se convirtió en el héroe de miles de mexicanos que trabajaban duro día a día tratando de ganarse una buena vida. En general se volvió un icono, un ídolo de carne y hueso.

Pero por sobre todas esas cosas, Pedro, era un espíritu libre y aventurero, capaz de conducir una motocicleta a toda velocidad, capaz de pilotear un avión, aún y cuando ya había sufrido dos accidentes desastrosos. Por eso, hoy, a 50 años de su muerte, aquí humildemente celebramos su aportación al cine mexicano y sobre todo a su espíritu, ese que se niega a morir y sigue corriendo libre. ¡Que viva Pedro!