LA PAZ.

POST No. 300
Edición Especial.

Dicen que esta vida esta hecha para andarla de dos en dos. Y eso es algo con lo que no estaba muy de acuerdo hace algunos años. Por el contrario, creía que una pareja podría llegar a estorbarle al proyecto de vida de una persona como yo. Pero el tiempo me mostró lo contrario; mis días corrían sin control y aunque mi tiempo se iba entre la escuela, el trabajo y el teatro, por dentro, la mayor parte del tiempo me sentía vacío y solo.

Me sentía como en aquella película de Bambi, cuando todos los animalitos de la creación empiezan a encontrar a su media naranja y el protagonista solo atina a seguir su camino solo y cabizbajo. Fue en ese momento cuando entre en pánico, pues sin duda, me encontraba ante un difícil acertijo. ¿Dónde podría encontrar a una mujer que me quiera como soy?

Un día, visitando a un amigo, entre el desorden de una mesa, me encontré un extraño libro; al preguntarle sobre el, me comentó que era un regalo que acababa de recibir, era el I Ching. Me explicó que era un texto filosófico chino, que había sido escrito hace treinta siglos, como resultado de la observación hecha por hombres sabios de la naturaleza, con el propósito de crear un medio por el cual a través de la meditación pueda encontrarse la respuesta a cualquier duda o problema. Que aunque la gran mayoría de las personas lo utilicen como un medio de adivinación, es en realidad también un tratado de metafísica, un libro sobre el orden social y natural. Luego me preguntó: “¿quieres consultarlo?”.

Sin dudarlo mucho dije que sí. Entonces sacó tres moneditas doradas, las cuales tenían un hoyo cuadrado en el centro y algunas inscripciones en chino, me explicó que cada lado de la moneda tiene un valor en puntos, la cara tres y la cruz dos, de tal modo que al lanzar las tres monedas se suma el valor de acuerdo a como cayeron y esto determina como debe dibujarse una línea; si la suma es un número par, se dibuja una línea Yin, es decir, una línea entrecortada y si la suma es un número non, se dibuja una línea Yang, o sea completa.

Me dijo que las monedas se lanzarían seis veces y por cada tirada se dibujaría una línea, por lo cual al finalizar tendríamos un hexagrama, una figura que me daría la respuesta a la pregunta que yo quisiera hacer. Pero no era cualquier pregunta, es decir, no se pueden preguntar cosas como “¿cuál número va a salir premiado en la lotería?”, en lugar de eso debe preguntarse “¿cómo puedo aprovechar mejor mis recursos?”.

Dicho esto, me entregó las tres monedas, me dijo que las encerrara entre mis manos y meditara un poco sobre mi pregunta. Yo, cerré los ojos, apreté las monedas e hice mi pregunta. Luego lancé seis veces las monedas, dibujamos las seis líneas y formamos el hexagrama, el cual llevaba por nombre La Paz.

Mi amigo, tomó el libro en sus manos y antes de leer, me comentó que no esperará una respuesta contundente y rápida a mis dudas y problemas, me dijo que el libro se expresaba en metáforas, que tendría que escuchar con mucho cuidado y después meditarlas y si así lo quería, las podría aplicar a mi vida y entonces, comenzó a leerme lo que la filosofía milenaria china me respondía. Que era algo parecido a esto:

Hexagrama La Paz.

"La Paz llega cuando el cielo se acerca tanto a la tierra que parecen estar unidos y sus poderes se unen y se desarrollan en armonía. Paz y bendiciones descienden sobre todas las cosas vivientes. Es una época de armonía social; los que se encuentran en alta posición favorecen a los inferiores y éstos a su vez se encuentran bien dispuestos hacia los superiores. Al centro está el principio de la luz, que tiene una poderosa influencia y somete a la oscuridad. Cada uno recibe lo que merece."

Conforme avanzaba mi amigo en la lectura, más se sorprendía, me dijo que aquel capitulo nunca lo había leído y que era sin duda, uno de los más bellos de todo el libro. Cuando terminó, mi cabeza estaba en las nubes y finalmente me pidió que le dijera cual era la pregunta, para así ambos tratar de encontrar el significado de aquellas líneas. Mi pregunta era: ¿cómo puedo encontrar el amor? Y después de unos minutos de meditación, me dijo; “fácil; haciendo lo que tú haces.”

Es decir, no era necesario salir a buscarlo a algún lugar de moda, no era necesario inscribirse en una red de amigos, el amor podría encontrarlo a través de las actividades que me ayudarán a encontrarme como persona, que me ayudarán a estar en paz conmigo mismo. Y haciendo un recuento de mis ocupaciones, me di cuenta que lo que más satisfecho me tenía era el teatro, y así un tiempo después conocí a una muchacha que lleva por nombre Paola.

La conocí durante un taller de teatro, en el cual tuvimos que hacer de todo, en un ejercicio por ejemplo, teníamos que pelearnos y ella tenía que golpearme de verdad, en otro nos tocó representar a un borracho y una matrona de un lugar de muy mala reputación y en el último día teníamos que llegar al taller, cada uno vestido y personificado de una manera distinta a la nuestra; ella llegó vestida de monja y yo, después de mucho deliberar, me había personificado como mi hermano, es decir, de un callejero “valemadrista”.

A partir de ahí comenzó una extraña relación, primero fuimos amigos por mucho tiempo, luego fuimos cómplices, compañeros en muchas diversas formas y después el tiempo nos fue convirtiendo en lo que éramos realmente, una pareja de tontos enamorados. Tanto que hoy, a varios años de aquel entonces, estamos a poco más de un mes de unirnos para siempre.

No soy precisamente una persona supersticiosa, no creo en los horóscopos, nunca he jugado a la Ouija ni consultado a las cartas y no creo que exista un mejor libro para obtener consejos que la Biblia. Pero ahora pensando sobre toda esta aventura, creo en el I Ching, creo en las fuerzas del destino, en la vibraciones el cielo y la tierra y creo en las personas que tienen el poder de, en cierta forma, encontrar su destino, crearlo y aferrarse a el. Finalmente encontré a una mujer que lejos de estorbarme, cambió mi vida y la salvó. Finalmente puedo decir, que efectivamente encontré el amor y sí; también encontré la paz.