Hasta el Cineralio tiene miedo.

Hace varios días me hicieron una “amable” pregunta que no alcance a contestar en línea.

La respuesta, es que, por más que quiera no tengo tiempo para ver todas las películas que yo quiera, solo puedo ver dos, cuando mucho, a la semana, por lo que procuro ver lo mejor disponible. Además de que en este sitio solo posteo, por las mismas razones, de lo que vale la pena ver y hablar, o sea de 3 estrellitas, en adelante.

Pero hace unos días estuve pensando en que tal vez este modo de evitar a toda costa ver mal cine, puede resultar hasta nocivo y pretensioso por que incluso de una mala película se puede aprender una, o varias lecciones. Y así me decidí a ser generoso y ver unas cuantas películas que dejaba para después, para rentarlas en uno de esos días, cuando no tuviera nada bueno que hacer o ver. ¡Pero todo tiene un límite!

El otro día me atreví a ver, Hasta el viento tiene miedo, y en efecto me dio mucho miedo.

Miedo de que instituciones gubernamentales, que apoyan con lana la producción de cine de calidad, sigan apoyando cintas tan malas e innecesarias como ésta.

Miedo de que hasta el video de los XV años de mi hermana se ve mejor que ésta mal iluminada y fotografiada película.

Miedo de que cuatro guionistas, basados en un guión previamente filmado, no sean capaces de crear una historia con tantita lógica, por no decir inteligencia.

Miedo de pensar que el director, un tipo llamado Gustavo Moheno, crea que la reelaboración y actualización de una cinta mexicana de culto, sea un enredo amoroso de chicas que chorrean “sangre de mujer”.

Pero sobre todo, me dio mucho miedo, la cara de decepción con la que salimos, las 300 personas que abarrotamos la sala, y que eso mismo esté sucediendo en todas las salas del país.

Por lo tanto, en vista el éxito obtenido, vuelvo a mi habitual modo anti-churros. Disculpen ustedes cualquier molestia que esto les conllevé y disculpen ustedes este post desahogador.